Vivió entre naranjos, soñó entre limoneros, se enamoró entre sus flores e hiló con filos de oro mil hojas de azahar. Es ácido y dulce, puro alazán, refinado y meloso como un terrón de azúcar derretido en los labios. Es el sabor de un beso en primavera, tradición de huerta y paladín de su tierra. Es almíbar de limón, crujiente masa dorada, dulce perdición de la natura. Es degustar un paparajote en una tarde de sol de Murcia.

Rocío Sánchez Lajarín

 

Volver a Concurso de Microrrelatos  “Paparajote” >>