El tímido tono del chico que lo acompañaba por el infinito pasillo, contrastaba con el aspecto varonil que le daba el uniforme a su musculado cuerpo. Puede que esa melódica voz no fuera la que ofreciera a sus amigos en las noches de juerga. Miguel, después de que su imagen abriera los telediarios los últimos meses, era consciente del respeto que imponía, pero la actitud miedosa del muchacho se debía, seguramente, a su corta experiencia laboral. En el quicio de la puerta dijo antes de marchar, "esta será su estancia." Frase que sonó a estudiada, y que seguro repetía a cada huésped. Tumbado solo en la cama pensaba cómo, después de todo, no tenía remordimientos, pero cuando recordaba las lágrimas de su hija, se sostenía firme en la decisión tomada. Y sí, lo volvería a hacer, volvería a destripar a ese malnacido, y cumpliría, plácido, otros 20 años más.
Manolo Capota Dencanso
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