Está en un rincón de la estancia, sola, vieja, abandonada…sus patas torcidas no sostienen el peso
de nadie, el cojín de lana viejo cubre su triste posadera…Nadie recuerda cuando era fuerte y 
bonita y os niños se pegaban entonces por sentarse en ella. En la vieja silla se han posado el 
abuelo, el padre, la madre, el hijo, la novia del hijo, el hijo de la novia….
Ahora; la silla olvidada llora, nadie repara en ella, todos la retiran, excepto los niños que se
sientan en ella y la silla no puede evitar un gesto de dolor que para todos es un gesto que invita
a la risa…
De la silla nadie se acuerda, sólo la vieja y pequeña gata que acurrucada en el cojín, duerme todo
el día, allí…

María Cortés

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