Derramó toda la leche sobre los huevos, y enérgicamente fue incorporando harina y azúcar sin parar, le habían dicho que batiera, pero prefería remover intensamente en círculos precisos, restregando la mezcla por los bordillos de manera suave y sugerente… la levadura, ese polvo mágico que hace subir y subir… Hum… Y el intenso aroma de aquel fruto dorado y también amargo que con solo raspar levemente su corteza, perfumaba toda la mezcla y reflejaba hilos de color… Sólo tenía que mojar las hojas, las más erguidas y frescas… el aceite le esperaba… al rojo vivo… Son paparajotes cariño, toma… Pruébalos… Ascensión Buitrago Navarro
Volver a Concurso de Microrrelatos “Paparajote” >>