Las risas atragantaban a ambos pero quien, aun riendo sufría las consecuencias era João. La situación era tan hilarante que todos los que presenciaban la escena se contagiaban de aquel gracioso ambiente.
Cuando Zarela vio que su hombre engullía el paparajote de un solo bocado, doblada de risa decía:
-Não, não… A folha a não é comido.
Y repetía chapurreando el español mirando guasona a la concurrencia:
– João: “la folla” no se come…
Uno que pasaba por allí a quien la embriaguez dotaba de valentía apostilló:
-Estos brasileños siempre pensando en lo mismo.
José María Sanordevil