El paparajote. Nunca pensó el limonero, nacido en tierra murciana, que sus más hermosas hojas en la sartén acabaran, envueltas en fresco huevo y de harina embadurnadas. Y fritas con el amor de unas manos artesanas, en la fuente se colocan para ser saboreadas con su toque de canela y su escarcha azucarada. Y de este modo sencillo va la hoja disfrazada. ¡Un dulce que maravilla, Paparajote se llama! ¿Papara... qué...,lo repites? Interroga una muchacha que se ha llegado hasta Murcia a visitar sus barracas y disfrutar de sus fiestas y su gente hospitalaria. ¿Papara.. qué...papá qué? ¡Paparajote se llama! Y cuidado con la hoja, que no se come, zagala. Esta palabra tan bella, de idiosincrasia huertana, tiene un puesto merecido en las letras castellanas. Así viene rubricado de las más altas estancias de la lengua del Quijote, que Cervantes ensalzara. Postre muy campechano con trazas de filigrana, orgullo es para Murcia y el resto de su comarca. Entre los siete mejores condumios de nuestra patria, esta humilde golosina ha recibido medalla. Lucía Abadía Giménez (24/08/2016) (Romance fuera de concurso)
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