El paparajote.

Nunca pensó el limonero,
nacido en tierra murciana,
que sus más hermosas hojas
en la sartén acabaran,
envueltas en fresco huevo
y de harina embadurnadas.
Y fritas con el amor
de unas manos artesanas,
en la fuente se colocan
para ser saboreadas
con su toque de canela
y su escarcha azucarada.
Y de este modo sencillo
va la hoja disfrazada.
¡Un dulce que maravilla,
Paparajote se llama!
¿Papara... qué...,lo repites?
Interroga una muchacha
que se ha llegado hasta Murcia
a visitar sus barracas
y disfrutar de sus fiestas
y su gente hospitalaria.
¿Papara.. qué...papá qué?
¡Paparajote se llama!
Y cuidado con la hoja,
que no se come, zagala.
Esta palabra tan bella,
de idiosincrasia huertana,
tiene un puesto merecido
en las letras castellanas.
Así viene rubricado
de las más altas estancias
de la lengua del Quijote,
que Cervantes ensalzara.
Postre muy campechano
con trazas de filigrana,
orgullo es para Murcia
y el resto de su comarca.
Entre los siete mejores
condumios de nuestra patria,
esta humilde golosina
ha recibido medalla.

Lucía Abadía Giménez (24/08/2016)

(Romance fuera de concurso)

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