En aquél frondoso limonero nadie sospechaba de las batallas que existían
entre limones y hojas.
Los primeros se mofaban de las segundas diciéndoles que ellos eran importantes
por su preciado zumo, mientras que ellas terminaban por los suelos.
Un día, el árbol escuchó a dos hombres decir que la RAE iba a incluir «paparajote»
en su diccionario.
Las hojas comenzaron a reír escandalosamente y les dijeron a los limones: a partir de ahora
vamos a ser tan importantes como vosotros, porque somos las que damos cuerpo a ese postre;
así pues, no vamos a consentir nunca más vuestras burlas.
María Carmen Carrión
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