La casa donde nació, como la de tantos moradores del barrio, era una casa sin libros. Como siempre fue un niña enfermiza y pasaba prácticamente todo el tiempo en su estancia metida en la cama, su familia, aunque iletrada, se vio en la necesidad de comprarle un libro a fin de que se entretuviese con algo. Desde entones permanecía con el libro en las manos. Cerraba los ojos y aspiraba el papel como si fuese un maravilloso perfume o bien abría el rabillo del ojo par ver perfilarse algunas palabras. No disponiendo nada más que de ese único libro se interrogó sobre el procedimiento de lectura que le llevara más tiempo, si leer el libro bien desde el comienzo o bien por el final. Escogió una tercera opción no planteada, ir pasando alternativamente las hojas y dejar su significado al azar.
SAYAGIO
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